Fuente: https://www.eldiestro.es/2022/11/la-tierra-en-la-silla-electrica-11-diabetes/
Autor: Galo Dabouza
Dedicado a los incomprendidos enfermos de electro hipersensibilidad EHS.
Decíamos ayer… que el síndrome de irradiación aguda (SIA), también conocido en el bloque soviético como “mal de las ondas de radio”, altera el metabolismo del oxígeno, y con él el de las grasas y los hidratos de carbono, y es la causa principal del aumento exponencial de las patologías coronarias.
Pero no acaba ahí el problema. El trastorno del metabolismo de los hidratos de carbono es la causa conocida de la diabetes. Un fallo en la producción de insulina por el páncreas. Pero ¿Qué hace fallar al páncreas?. La versión simplista que nos cuentan, achaca toda la culpa al consumo de azúcares, pero como veremos, esa versión hace aguas.
El páncreas segrega insulina, exactamente al mismo ritmo que entra la glucosa en el torrente sanguíneo, porque su función es extraer esa glucosa de la sangre y fijarla en los tejidos. Si se segrega poca insulina, el exceso de glucosa de la sangre se elimina con la orina. De ahí el apellido “mellitus” de la diabetes, que se refiere al sabor a miel de la orina con glucosa (antaño los médicos probaban el sabor de la orina de los pacientes).
En el caso opuesto, un exceso de insulina elimina la glucosa de la sangre y deja a los tejidos sin ella, produciendo una “hipoglucemia reactiva”. En suma, el páncreas es como el carburador de los motores de gasolina, que regula el flujo de combustible según la demanda.
Normalmente, nuestro organismo funciona perfectamente cuando consumimos carne, patatas y verduras, pero como no conoce al azúcar refinado, lo considera un exceso de “patatas” y segrega un exceso de insulina, bajando el nivel de glucosa en sangre por debajo del nivel idóneo para el cerebro y los músculos (hipoglucemia reactiva). Si esto se repite muy a menudo, el páncreas colapsa.
Pero debe haber algo más, porque hay cosas que no encajan en esta versión tan simple.
En 1798 se escribió el primer libro sobre la diabetes, y su autor, John Rollo, tras 23 años de práctica médica, sólo había conocido 3 casos.
Entre 1900 y 1917 el consumo de azúcar en EEUU aumentó un 17%, mientras que la diabetes aumentó un 100%.
El pueblo que tiene actualmente más impacto de la diabetes es el de los indígenas norteamericanos. Sin embargo, hasta 1940 no se registraron muertes por diabetes en esa población. Fue a partir de esa fecha, que casualmente coincide con el inicio de la electrificación de las reservas indias, cuando la diabetes se disparó.
El pueblo que más azúcar consume, y además desde hace siglos, es Brasil, pero la diabetes no llegó allí hasta fines del siglo XIX -casualmente, con la electrificación-, y aún hoy tiene menos de la mitad de enfermos de diabetes que EEUU (por 1.000 habitantes).
Bután es un país encajonado en las montañas del Himalaya, en el que la electricidad no existió hasta 2002. Antes de esa fecha eran casi inexistentes los casos de diabetes. Sin cambios en la dieta, entre 2002 y 2012 los casos de diabetes se multiplicaron por 100, pero las autoridades culpan de ello a la dieta de los butaneses, muy rica en hidratos de carbono -olvidan decir que tanto ahora como hace 100 años -.
Casualmente, el número de enfermedades coronarias también se multiplicó en ese periodo en Bután, lo que confirma que los campos electromagnéticos (CEM) alteran tanto el metabolismo de los hidratos de carbono como el de las grasas.
En realidad, lo que alteran es el funcionamiento de las mitocondrias celulares, órgano que oxida las proteínas, grasas y azúcares. Porque los CEM interrumpen el mecanismo de las porfirinas, que es el del oxígeno.
En suma, el fracaso de la medicina moderna occidental en su “lucha” contra las enfermedades coronarias y la diabetes radica en que, ignorando los CEM (la verdadera causa), ataca sólo los coadyuvantes (las grasas saturadas y el azúcar).
Pronto veremos que nada es casual.
Y todavía no hablamos del cáncer.
Pero eso es otra historia y será contada en otro momento.
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