Fuente: https://www.eldiestro.es/2022/11/la-tierra-en-la-silla-electrica-10-corazon-irritable/
Autor: Galo Dabouza
Dedicado a los incomprendidos enfermos de electro hipersensibilidad EHS.
Decíamos ayer… que el síndrome de irradiación aguda (SIA) que producen las radiaciones electromagnéticas, induce gripes y enfermedades similares, como la Covid. Pero siendo la causa principal la interrupción de la fisiología de las porfirinas, que transmiten el oxígeno del aire a las células, tanto vegetales como animales, forzosamente debe producir otras patologías. Y así es.
En 1980 sólo 8 deportistas jóvenes murieron en EEUU de ataques al corazón. En 1996 se generalizó el uso de teléfonos móviles, y se duplicó el número de ataques al corazón en EEUU.
El 9 de octubre de 2002, 3.000 médicos firmaron la “Declaración de Friburgo”, en la que se pedía una moratoria en la instalación de torres de telefonía móvil, porque el número de ataques cardíacos se había multiplicado desde su aparición. (1)
Guillermo Marconi, que se pasó la vida rodeado de las antenas que él mismo inventó, casualmente sufrió 10 ataques al corazón, el último de los cuales acabó con su vida. Uno de los síntomas del “mal de las ondas de radio”, descrito por los médicos rusos en 1950, era, también causalmente, el trastorno cardíaco.
Sin embargo, los ataques al corazón no eran plato habitual de los médicos antiguos, al punto de que muchos manuales de medicina ni siquiera los mencionaban.
Las causas habituales que acepta la medicina convencional para los daños cardíacos son el colesterol y el tabaco. Sin embargo, en estudios realizados en India en 1984 sobre enfermedades cardíacas, las tasas eran mucho más altas entre los habitantes de las ciudades que entre los rurales, cuando éstos fuman más y consumen más grasas saturadas que aquellos.
En EEUU las enfermedades coronarias se apoderaron del medio rural a la misma velocidad que la electricidad llegó a esas zonas. Otra casualidad.
En Inglaterra se descubrió que se consumía mucha menos carne en 1950 que en 1900, lo que hizo disminuir a la mitad los ateromas de colesterol (placas que atascan las arterias) y sin embargo aumentó en más del doble el número de enfermedades coronarias, eso sí, mayoritariamente entre pacientes con hipercolesterolemia. Es decir, el colesterol por sí solo no es peligroso, pero la electricidad lo convierte en peligroso.
Los escépticos suponen que es el cambio de dieta lo que produce las enfermedades coronarias, siendo las grasas que consumimos actualmente peores que las de nuestros abuelos. Los animales del zoológico de Filadelfia vinieron a desmentirlo. Sin cambios en la dieta, en el mismo periodo, entre 1900 y 1950, el número de animales afectados por arterioesclerosis se multiplicó por 20. Y lo mismo ocurrió en los animales del zoológico de Londres.
Claramente, las hamburguesas no son buenas, pero realmente no matan. Es la electricidad la que interfiere el metabolismo de las grasas, dificultando la eliminación del exceso de grasa.
Como decíamos, mientras occidente cierra los ojos a la evidencia, el bloque soviético investiga. En Moscú, en 1953 se iniciaron investigaciones intensivas sobre “el mal de las ondas de radio”. Los manuales de medicina de Europa del este incluyen efectos patológicos en el corazón, sistema nervioso, tiroides, glándulas suprarrenales y otros órganos, así como alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono y de las grasas, con altos niveles de colesterol y triglicéridos.
En los años 40 se estudió en EEUU el aumento desproporcionado de soldados con enfermedades coronarias, y aunque no se llegó a identificar la causa (recordemos que en occidente es tabú), se vio que los enfermos tenían también daños respiratorios, neurológicos, musculares y digestivos, y una oxigenación celular muy pobre. Los fallos en las porfirinas, causados por la electricidad.
Nosotros ya hemos encontrado el culpable.
Continuará.
1) http://www.apdr.info/electrocontaminacion/Documentos/Declaracions/Declaracion.de.Friburgo.Octubre.2002.Cas.pdf
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