martes, 6 de diciembre de 2022

La Tierra en la silla eléctrica 13. Más cáncer

 La Tierra en la silla eléctrica 13. Más cáncer

Fuente: https://www.eldiestro.es/2022/12/la-tierra-en-la-silla-electrica-13-mas-cancer/

Autor: Galo Dabouza

Decíamos ayer… que el “mal de las ondas de radio”, o campos electromagnéticos (CEM) altera el metabolismo del oxígeno, produce hipoxia celular y con ello causa cáncer, que mata al año a 133 españoles, de cada 100.000. También dábamos cifras sobre el fabuloso negocio del cáncer.

Las personas biempensantes se niegan a admitir la posibilidad de que el beneficio económico pueda interferir la investigación y el tratamiento de una enfermedad que se lleva por delante más de 10 millones de personas al año. Sin embargo, cuando se descubren escándalos que involucran a las empresas farmacéuticas y a las autoridades sanitarias, con mucho dinero y muchos muertos por medio, esos recelos se desvanecen, como un azucarillo en el café. Al respecto conviene leerse el libro “Traficantes de salud”, de Miguel Jara, periodista especializado en temas médicos. (1)

Las familias Rockefeller y Carnegie encargaron a principios del siglo XX el “Informe Flexner” (2), sobre las modificaciones a introducir en la formación de los médicos para el beneficio de sus empresas químicas. Pagaron sumas fabulosas a las facultades para que adaptasen los planes de estudio a sus intereses, tanto en EEUU como en Europa, y la enseñanza actual de la medicina es el resultado de ese esfuerzo. No es enseñanza, es adoctrinamiento. 

En 1900 las carreras de medicina estaban llenas de asignaturas de nutrición y fitoterapia. Hoy la carrera de farmacia mantiene cuatro asignaturas de plantas medicinales, prueba de su importancia terapéutica. Sin embargo, a día de hoy un médico puede acabar su carrera sin haber tenido una sola asignatura de nutrición, -cuando Hipócrates dijo aquello de “que tu medicina sea el alimento, y el alimento tu medicina”-, ni de fitoterapia. 

Pero claro, el farmacéutico no receta y el médico sí. Y sería una pena y un despilfarro que el médico recetara plantas no patentables.

Los tratamientos actuales para el cáncer, especialmente la quimioterapia y la radioterapia, son un atentado al sentido común. Ambos son conocidos cancerígenos, luego es como intentar apagar un fuego echando gasolina. Pero es lo que la medicina “moderna” propugna, y toda teoría discrepante se castiga severamente. 

No hace mucho, una universidad australiana descubrió la enorme eficacia de una receta china de plantas para el tratamiento del cáncer (3). Pero como no son patentables, si te he visto, no me acuerdo.

Tullio Simoncini es un médico italiano al que ha sido retirada su licencia por curar el cáncer con bicarbonato. Es decir, sustituyendo el medio ácido con un álcali. Su peor delito ha sido curar a muchos enfermos de cáncer a bajo precio. 

Ryke Geerd Hamer fue un médico alemán al que también se retiró su licencia por curar enfermos de cáncer. Lo hacía tratando los procesos psicológicos traumáticos que, según él, lo originan. Llegó a esa conclusión tras curarse a sí mismo un cáncer, posterior a las muertes de su hijo y su esposa. Crimen execrable, el de poner en riesgo los beneficios de las farmafias.

En España se ha juzgado, y afortunadamente absuelto, al Dr. Andreas Kalcker, por promocionar un tóxico peligrosísimo, el dióxido de cloro (la “lejía” que dice Jiménez Losantos) o ClO2, como terapia para innumerables enfermedades, incluido el cáncer. Aparente locura del Sr. Kalcker, porque esta sustancia no cura nada. Se limita a restaurar el metabolismo del oxígeno. Ese que los CEM dañan, induciendo hipoxia. Luego, es el propio cuerpo el que se cura. Milagro.

Como ya vimos, el precursor del ClO2, el clorito de sodio, muy tóxico no debe ser cuando fue declarado “medicamento huérfano” por la Unión Europea para tratar la ELA.

Otros locos dicen haberse curado el cáncer con vitamina B-17, curcumina, kalanchoe y muchas otras sustancias declaradas inútiles por los médicos “de nómina”, o simplemente cambiando de vida.

Curiosamente, y a pesar de las cifras fabulosas que se gastan todos los años en la investigación oficial del cáncer, el número de enfermos y muertos no hace más que aumentar. Un conspiracionista diría que lo uno es causa de lo otro.

Quien quiera averiguar algo más sobre el cáncer y sus tratamientos, ortodoxos y heterodoxos, lo mejor que puede hacer es verse el interesante documental ad hoc “La verdad sobre el cáncer”. (4 y 5)

No obstante, quien no se quiera creer nada ajeno a la “medicina oficial”, mejor va a su oncólogo y le pregunta cuánto le pagan al año las farmafias, ya sea en dinero o en especie. Aquí unos botones de muestra (6 a 8). Y hay que tener en cuenta que, además de a los médicos, también tienen comprados a los pacientes, cuyas asociaciones subvencionan muy generosamente. (9) Todo atado y bien atado.

Paciente curado, cliente perdido. Esa es la filosofía de las farmafias, tal y como quedó de manifiesto cuando la banca J.P. Morgan mandó un manual de inversiones a sus clientes vip, en el que recomendaba invertir en laboratorios que investigasen tratamientos paliativos, y no tratamientos curativos.

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