martes, 25 de enero de 2022

La censura oculta del futuro: el crédito social


 Pantallas que te observan, programas que registran todos tus movimientos, teléfonos que espían tus conversaciones y aplicaciones que aprovechan tu ocio para hacer un perfil completo de ti. Un complejo sistema de seguimiento para saber qué haces, qué te gusta, cómo mantenerte felizmente narcotizado bajo la apariencia de una sociedad casi perfecta. Big Brother is watching you (and it wants to make your day).

Hace algunas décadas todo esto sonaría a ficción, a un extracto de 1984 de Orwell o de Un mundo feliz de Huxley. Sin embargo, en 2019 esa compleja red de seguimiento de nuestros movimientos parece haberse tendido de forma velada y paulatina hasta atraparnos sin remedio en nuestras sociedades libres y democráticas. A pesar de ello, en Occidente nos empeñamos en ver la paja en el ojo ajeno.Desde hace varios años han corrido ríos de tinta acerca del sistema de crédito social chino, un supuesto mecanismo ideado por el Gobierno del gigante asiático para seguir cada movimiento de sus ciudadanos, recompensarles si siguen las conductas que la Administración considera adecuadas y sancionarles si no lo hacen.

Entre esos comportamientos inadecuados se han mencionado desde antecedentes penales hasta fumar en lugares públicos o difusión de noticias falsas en redes sociales. Un auténtico Estado policial del que los habitantes de China no tienen el más mínimo conocimiento.

Sería lícito pensar que, en un Estado como el chino, la desinformación de sus ciudadanos y residentes puede ser normal. Sin embargo, ¿Cómo no podrían tener constancia de un sistema represor que, supuestamente, abarca cada aspecto de su vida pública?.

Lo cierto es que China, como otros muchos Estados, tiene diversos mecanismos de control de sus ciudadanos. Y que en marzo de 2018 entró en vigor una ley que preveía la imposición de un sistema de crédito social que sancionaría y recompensaría determinadas conductas públicas, aunque el texto de esta norma es ambiguo y su aplicación incierta y desigual. Pero el sistema de crédito social chino tal y como se ha contado en Occidente, según distintas fuentes consultadas por Xataka, está muy lejos de ser una realidad.La norma que entró en vigor en marzo de 2018 no preveía la instauración de un solo sistema de crédito social, sino de muchos. Pues establecía que cada gobierno local debería diseñarlo y llevarlo a cabo según sus propios criterios. Al menos en teoría.

A día de hoy sólo se tiene constancia de que una gran ciudad china esté llevando a cabo algo parecido al sistema de crédito social. Se trata de Rongcheng, a unos 800 kilómetros de Pekín. Esta urbe ha establecido un mecanismo piloto de puntuación para sus ciudadanos en los que las buenas conductas públicas sumas puntos y las acciones contra la comunidad, por lo general infracciones de la ley, restan.

“Cualquier cosa que influya en los puntos debe estar respaldada por hechos oficiales con documentos oficiales”, explicaba He Junning, subdirector de la Oficina de Gestión del Crédito Social de Rongcheng, a Foreign Policy. Así pues, no se trata de un sistema que controla cada movimiento de los ciudadanos, sino más bien un registro de antecedentes que influye en algunos aspectos de la vida futura de los infractores.

“Después de observar sus características detenidamente, deducimos que el sistema de Rongcheng se parece más a una hoja de antecedentes, ya que no evalúa una gran cantidad de datos para imponer sanciones, sino que crea un registro de los castigos que ha recibido la persona”, explican desde China Law Translate, web especializada en traducciones legislativas de China.

En China los ciudadanos que deseen tener un nuevo número móvil ahora deberán pasar por un sistema de reconocimiento facial.

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